9. Odia esos Misterios.
Annie se aleja. Iba directo a su cabaña, pero algo dentro de ella cambia de idea.
Camina por los viñedos, charla con algunos trabajadores. Se siente también en ese lugar.
A la hora del almuerzo va con ellos a la cafeteria a comer. Le cuentan que quien maneja el lugar es un hombre muy gentil y amable.
Se siente como en casa, aunque extraña a sus dos ingratos amigos. Nunca ha logrado entender por qué se pierden por meses y luego aparecen como si solo fueran unos días, o tan solo horas.
Además, nunca sabe a dónde van. Siempre la evaden cuando pregunta.
Odia esos misterios, pero respeta sus vidas privadas.
Sus pasos la llevan al lago, como si el viento mismo la empujara hacia allá.
El paisaje es tan bello que quiere recorrerlo y aprovechar para respirar aire puro.
El aire huele a lavanda y tierra húmeda. Las hojas susurran con el viento. Todo parece suspendido en un instante perfecto... hasta que un estruendo rompe la calma.
Un caballo, salvaje y desbocado, galopa directo hacia ella. El