ROSA MARTÍNEZ
Qué horrible era estar en una fiesta donde las únicas personas a las que conoces están demasiado ocupadas para ti. Me estaba volviendo loca. Obviamente Katia no se separaba de Marcos, Arturo había desaparecido y la abuela estaba enfocada en Emilia y Samuel. Para hacer mi tortura más grande, ya no aguantaba el vestido.
Me levanté de mi asiento y me dirigí directo al baño, necesitaba un momento conmigo misma, lejos de toda esa gente pretenciosa. Entré a la casa y seguí las indicaciones de la sirvienta. Apenas me acerqué lo suficiente cuando escuché a esa irritante voz hablar, se trataba del odioso señor Garza, como si mi desgracia no pudiera aumentar.
Se encontraba recargado contra la puerta del baño, abs
KATIA VEGAMi suegra insistió en que fuéramos al doctor, pues… si estaba embarazada, la boda se haría lo antes posible, antes de que el bebé fuera notorio.Marcos faltó ese día al trabajo para acompañarme. A veces era tan extraño verlo así, tan… dulce y caballeroso conmigo, pero sin dejar de tener ese gesto frío que solo se suavizaba cuando me veía. Tanto tiempo soñé que fuera así y ahora no sabía cómo comportarme.Al llegar al hospital, tomó mi mano y la besó con gentileza antes de salir del auto para rodearlo y abrirme la puerta. Me trataba como a una princesa. Si fuera por él me llevaría en brazos a todos lados, como si temiera que pudiera romperme como el cristal.<
KATIA VEGA—¡Vaya! ¡Hasta que te dignas a llamar! —exclamó Rosa molesta.El día de la fiesta de compromiso había comenzado su indignación. Intentó que habláramos en privado más de una vez, pero… ¿cómo hacerlo si yo era la anfitriona de la reunión junto con Marcos? No podía desaparecer, así como así.—Regresé del hospital… —contesté intentando cambiar de tema.—Lo sé… ¿Se te olvidó que traerías a Samuel a la finca para que lo cuidara mientras tú ibas con Marcos? —Su tono de voz era cada vez más molesto—. ¿También se te olvidó que me cancelaste de &u
KATIA VEGADado que un embarazo gemelar era más llamativo que uno normal. La boda se programó para una semana después. Mi suegra, queriendo cuidar de mí durante mi embarazo, se ofreció a hacerse cargo de los preparativos.Para ser sincera, estaba aterrada de que la fiesta fuera a gusto de ella y no mío, pero para mi sorpresa, cada decisión la tomé yo, ella solo se encargó de hacer los pedidos, visitar las tiendas, pero siempre respetando mis gustos. Incluso el vestido que me ofreció solo era una opción, pues me había aclarado que, si yo no lo quería usar, no tenía que hacerlo.Era cuando me daba cuenta de que los temores de Rosa eran injustificados. Las cosas habían cambiado de verdad y con que yo estuviera segura de eso, era má
MARCOS SAAVEDRAAceleré sin importarme los altos que me pasé o todas esas luces en rojo. Me estacioné cerca del puente y troté hacia él, paseando la mirada en cada mujer que lo recorría. Quería volver a ver a Stella y al mismo tiempo, deseaba que todo fuera una maldita broma. Entonces la encontré…Recargada en el barandal, como aquella vez, recibía la brisa que jugaba con su cabello. Parecía que había sentido mi presencia, pues volteó lentamente, mostrándome su hermoso rostro. Había perdido la melancolía de la última vez. Pronunció mi nombre, aunque no la escuché. Corrió hacía mí con emoción, como tantas veces soñé. Se abrazó a mi torso y su calor me regresó a la realidad, confirmándome que no se trataba de mi imaginación, en verdad ella había vuelto. Posé mis manos en sus hombros, incapaz de abrazarla como tanto tiempo quise hacerlo. —No pareces muy feliz de verme… —dijo al levantar su rostro hacia mí.—Yo creí… —Me sentía incapaz de hablar, había un nudo en mi garganta que me obl
MARCOS SAAVEDRANoté el alboroto entre los presentes mientras mi madre discutía con el hermano de Katia. ¿Qué había ocurrido? Revisé mi reloj y al notar la hora supe todo el tiempo que había desperdiciado con Stella. —Arturo intenta cancelar la boda… Tu madre no quiere, tiene fe en ti —dijo Rosa a mi lado. Su rostro era una combinación de frustración, tristeza y odio—. ¿Quién es ella? Por algo te fuiste y, para alguien como tú, el único motivo debe de ser una mujer. —Eso es algo que a ti no te interesa… pero si te preocupa que fuera infiel, no fue así —contesté tajante—. ¿Dónde está Katia?—Arreglándose para regresar con nosotros a la finca —agregó apretando los dientes—. ¿Sabes qué es lo que más coraje me da de todo esto? Que… por más que quiero abrirle los ojos y mostrarle el asco de persona que obviamente no has dejado de ser. Yo soy la mala. »Tú has cometido error tras error… uno peor que el anterior, y aun así, ella te tiene fe y confianza. Cree en todo lo que salga de tu put
KATIA VEGASalí con un maquillaje más sencillo y el cabello más natural. Me planté al lado de Arturo quien suspiró al verme. —¿Estás segura? —preguntó torciendo la boca, lleno de incertidumbre.—Muy segura… —contesté dándole un beso en la mejilla antes de que comenzara la marcha nupcial. Solo tuve que levantar mi mirada hacia Marcos, quien me esperaba, apuesto y confiando, en el altar.La ceremonia pasó sin altercados y de vez en vez desviaba mi atención hacia Rosa, quien me dedicaba sonrisas amplias, pero sus ojos aún ardían de rencor. El único momento donde no pudo disimular su molestia fue justo cuando puse mi firma en el acta de matrimonio, después de eso, su actitud regresó
MARCOS SAAVEDRAAl adelantar la boda, no tuve tiempo de terminar con los pendientes en la oficina, así que la luna de miel se tenía que posponer. Llegué al banco nacional y a cada paso que daba me llenaron de felicitaciones y saludos, no me digné a contestar ninguno, pero no pude evitar mostrar una sonrisa victoriosa en mi rostro. Al llegar al elevador vi mi anillo de matrimonio con suficiencia y orgullo, por fin Katia era toda mía, incluso legalmente.De pronto comprendí que también tenía la obligación de mantenerla feliz. No deseaba que en algún futuro quisiera el divorcio y se diera cuenta de lo que le hice firmar. Así que lo decidí, me estaba costando mucho aceptarlo, pero sabía que era lo mejor. Pasaríamos la luna de miel en la finca, junto a su familia, por mucho que eso me
MARCOS SAAVEDRADespués de esa maldita visita, tuve que refrescar mi rostro en el baño, me sentía abrumado y nervioso. Lo que más me preocupaba de todo esto era perder a Katia.En cuanto me vi al espejo noté una mancha carmín en el cuello de mi camisa. ¡Stella! ¡Ella había puesto ese labial ahí! Lleno de rabia me quité el saco y la corbata, salí furioso del baño y presioné el botón del comunicador mientras me quitaba la camisa. —Necesito una camisa nueva de inmediato —le pedí a mi secretaria.De pronto un destello llamó mi atención. En el edificio contiguo había algo que brillaba con tal intensidad que parecía visible a esa distancia. Entorné mis ojos buscando el motivo de esa