UGPEM. CAPÍTULO 93. Si no sabe quiénes somos...Alcott rugió con furia, porque sabía que con esa cantidad de dinero y ahora prevenido, Liam Grissom podía cambiar su nombre y el de su hijo y desaparecer.—¿Sabes qué? —dijo con una sonrisa cruel—. A tu marido no lo puedo matar todavía... pero a ti sí —continuó mientras sacaba su pistola y la acercaba a la cabeza de Max—. Y luego perseguiré a Liam y a tu hijo hasta encontrarlos.Los ojos de Max se cristalizaron, pero no hizo ni un solo movimiento.—¡Espera...! —Alcott escuchó la voz de Travis detrás de él—. ¿Qué vas a hacer?—¿Qué voy a hacer? —dijo Alcott con una sonrisa retorcida—. Voy a matar a esta perra y luego voy a ir a explicarle al imbécil de Garret Grissom por qué tengo que entregarle a su estúpido hijo en un ataúd si es que quiere su dinero de vuelta.Max abrió mucho los ojos dándose cuenta de lo que aquello significaba. Siempre había creído que Alcott la perseguiría para silenciarla, y le había causado curiosidad que en lugar
UGPEM. CAPÍTULO 94. El primer instintoLa distancia no era extremadamente larga, el problema era que no podían tomar un avión regular, así que el viaje en barco y con una rehén era más penoso y lento.Cada seis horas Max recibía una de aquellas inyecciones. Estaba atada firmemente y amordazada, así que no había mucho que pudiera hacer para resistirse. Apenas si abría los ojos, la hacían comer a la fuerza y los últimos dos días los pasó inconsciente, porque apenas pisaron suelo Egipcio su lugar fue el suelo de una de las camionetas.—¿Todavía no habla? —preguntó Alcott con molestia.—Tampoco reacciona. Eso es bueno —replicó Travis.—Tu contacto no ha dicho cuánto pagará por ella y ya me estoy impacientando —replicó el coronel y el exsoldado apretó los dientes.—Dale hasta esta noche, el tipo no le ruega a nadie —sentenció y poco después llegaban a una pequeña aldea cerca del Nilo.Al día siguiente se encontrarían con el comprador, y mientras todos comían y trataban de descansar, Travis
UGPEM. CAPÍTULO 95. El NubioMax gritó desesperada mientras los soldados intentaban mantenerla con la cara pegada al suelo de tierra. Finalmente se quedó inmóvil y con los ojos llenos de lágrimas, impotente ante la situación.—¿Qué hacemos con ella? —preguntó Priscila y Alcott dirigió su pistola esta vez hacia ella, pero algo comenzó a sonar en uno de los bolsillos del cadáver y Alcott tomó aquel teléfono viendo el mensaje.Enseguida le hizo un gesto a Priscila que ordenó que levantaran a Max y luego la golpeó violentamente en la cabeza. El último pensamiento de Max antes de caer en la oscuridad fue que nunca volvería a ver a Travis ni podría darle las gracias por todo lo que había hecho por ella.Media hora después, de regreso a la casucha donde se estaban quedando, Alcott ponía aquel celular en sobre la mesa y Priscila también leía el mensaje.—Tres millones —murmuró—. Tres millones es mejor que un cadáver —murmuró la mujer.—No estoy tan seguro —replicó Alcott.—Entonces déjame dar
UGPEM. CAPÍTULO 96. Una completa locuraDesesperado, esa la palabra correcta, Liam sentía que se asfixiaba con cada hora que pasaba fuera de aquella mezquita y no lograba saber nada de Max ni de Travis. ¡No llegaban! Y por desgracia aquellas palabras del ex soldado no salían de su cabeza: "Si no llegaron es que estamos muertos".Así que para las seis de la tarde Liam estaba volviéndose loco y para las doce de la noche parecía un animal herido, sentado en aquel rincón de la calle, vigilando la puerta de una mezquita a la que llegaba cualquiera menos ellos.Pero aunque la desesperanza empezaba a apoderarse de él, no fue capaz de moverse de ahí. Y así, una hora tras otra, esperó mientras el reloj de su muñeca avanzaba lentamente.Las nubes se abrían y cerraban en el cielo sin que él las viera. Intentaba buscar un buen motivo para el que no hubieran llegado todavía, así que cuando el sol empezaba a asomar por los rincones de la ciudad, Liam decidió seguir esperando.Las horas volvieron a
UGPEM. CAPITULO 97. A medio mundo de distanciaLa caravana llevaba doce chicas para el harem del príncipe, pero todas la miraban con curiosidad a ella, porque su excelencia la mantenía bajo su propia vigilancia.—Hay demasiado calor —dijo él de pronto como si le estuviera leyendo el pensamiento.La mujer levantó la mirada hacia él, que iba de pie en el asiento trasero del jeep, vigilando con mirada atenta a cualquier amenaza.—Morirías antes de ver al siguiente ser humano —añadió él—. Hay cuarenta grados, y el desierto tiene una habilidad especial para desorientar... es como si siempre tuviera hambre.—¿Quién dijo que voy a escaparme? —murmuró ella.—No has pensado en otra cosa desde que salimos —dijo Omar sentándose junto a ella y mirándola con curiosidad—. ¿De verdad no recuerdas nada? ¿Absolutamente nada?La mujer cerró los ojos por un momento, intentando encontrar algo, cualquier cosa que la ayudara a alcanzar un pedacito de memoria, pero luego abrió los ojos con frustración mient
UGPEM. CAPÍTULO 98. ¿Quieres hacerte cargo?Los ojos de la mujer se abrieron desmesuradamente. Entonces de verdad eran esclavas.—¿Tú... las rescataste? —preguntó aturdida.—¡Oye, oye! No digas eso en voz alta, tengo una reputación que mantener —gruñó él—. El Nubio roba mujeres para su harem... y a veces comete el error de dejar vivos a hombres estúpidos. Déjalo así.Ella miró la determinación fiera en sus ojos y luego a las mujeres que lloraban desesperadas. Alcanzó un rifle y de inmediato sintió la mano del egipcio sobre la suya.—¿Tienes idea de cómo usar eso? —la increpó él.—Supongo que estamos a punto de averiguarlo —replicó Max rastrillando el rifle y acomodándole un cargador con la habilidad y la rapidez de un profesional.—Sí, supongo que sí —murmuró él y de repente los gritos se hicieron presentes. El sonido de los motores les llegó más cercano y los disparos comenzaron.De inmediato se colocaron en posiciones defensivas, preparados para repeler el ataque. A su alrededor, lo
UGPEM. CAPÍTULO 99. Ella encontrará la forma de volver a míEl Nubio la miró impresionado y ella frunció el ceño.—¿Qué? ¿No querías que lo matara?—Quería que lo interrogaras primero...—Ah... perdón. ¿Tienes otro? —balbuceó ella y Omar sintió por primera vez en mucho tiempo que alguien comprendía completamente su forma de ser.—Creo que esta noche te has ganado tu nombre —sentenció abrazándola—. Runi. Mi Runi.RunihuraSignificado: DestructoraOrigen: DesconocidoSexo: MujerCargo: En adelante, comandante de las fuerzas de su Majestad el príncipe Omar Al—Kabir.Poco después, en el corazón de la más violenta selva norteamericana, justo en el centro de Nueva York, una batalla muy diferente se libraba.Habían pasado cuatro días desde que Liam había aterrizado en Estados Unidos, y eso había diso más que suficiente para desarrollar aquel ataque.Cada paso era perfecto, Liam y Lyon habían preparado con cuidado la emboscada para el coronel Alcott. La estrategia había sido cuidadosamente pl
CAPÍTULO 1. El dolor de la traición.Alejandra sonrió mientras saludaba amablemente a todos los invitados de su boda. Había más de quinientas personas, casi todas celebridades o gente importante de la industria chocolatera del mundo. Y era que a su modo, Alejandra Sanromán era también una celebridad.Era una rica heredera de California, y a pesar de haberse quedado huérfana a los catorce años, había crecido para ser una mujer fuerte y trabajadora. A sus veintidós años dirigía con éxito la empresa de sus padres, y acababa de casarse con el hombre que amaba.Lo tenía todo, su vida era perfecta, pero en cuanto se puso a buscar a su marido, Alberto, ni siquiera imaginaba lo pronto que aquella sensación de felicidad desaparecería.Alejandra lo buscó por toda la mansión, sin embargo se quedó petrificada al pasar frente a la habitación de su prima Claudette. Adentro se escuchaban los gemidos y jadeos característicos de dos personas teniendo sexo, y de repente su prima mencionó un nombre que