UGPEM. CAPÍTULO 32. ¡Entonces me cargas!
UGPEM. CAPÍTULO 32. ¡Entonces me cargas!
Liam estaba de pie junto a la única ventana de la cabaña, vigilante, con todos los sentidos alerta, tenía la adrenalina a tope y sentía como si el corazón le fuera a salir volando del pecho de un momento a otro. Pero el silencio en el bosque era tal que si un hombre hubiera pisado una rama a un kilómetro probablemente se habría escuchado.
Mientras, Max buscó en el único armario. Había ropa con olor a guardado, pero estaba limpia, sacó algo que le serviría y por suerte encontró unas botas más chicas que los zapatos de Liam.
Y como en toda cabaña de caza no podía faltar, había varias armas y cajas de balas en el fondo del armario.
—Cálmate, la puerta está asegurada, estamos rodeados de rifles de caza y municiones —le dijo Max—. Además te garantizo que no nos van a encontrar.
—¿Cómo estás tan segura? —murmuró Liam.
—Porque para encontrarnos en la noche tendrían que saber rastrear, y esos apenas parecían capaces de masticar su propia comida —gruñó