UGPEM. CAPÍTULO 73. Voy a tener mi venganzaLiam abrió los ojos y se sentó en el suelo, que aparentemente era donde había quedado después de la última borrachera. Se sentía impotente e incapaz de hacer nada para cambiar el curso de su destino, pero en algún punto el odio era más poderoso que la esperanza.—No me he echado para atrás, pero no estoy en mis... mejores condiciones. Vas a tener que venir si quieres mi firma —sentenció.Al otro lado del teléfono Cassian Wolf se quedó pensativo por un momento. Por suerte o por desgracia la curiosidad también pesaba más que la sospecha y de cualquier forma ya estaba en la ciudad.—Mándame la dirección y yo llevo los papeles —declaró.Liam le mandó su ubicación por WhatsApp y trató de bañarse y recoger un poco en lo que Cassian llegaba, pero nada preparó al alemán para lo que iba a encontrarse detrás de esa puerta. El departamento estaba medio en penumbra y olía como si alguien se hubiera muerto allí.En la cocina y el salón había latas, botel
UGPEM. CAPÍTULO 74. Solo para escuchar su vozLiam miró el depósito en las seis cuentas nuevas que había hecho. Ochocientos sesenta y cuatro millones en total, lo que Cassian Wolf había pagado por sus acciones en la compañía, que lo habían convertido de un momento a otro en el accionista mayoritario de la exportadora Grissom.Una semana, era todo lo que había tardado el alemán en redirigir los barcos a su propia empresa, cambiar las licencias de puerto a su nombre y hacer exactamente lo que le había prometido a Liam que haría: destrozar aquella empresa parte por parte y venderla en pedazos.Garret Grisson estaba al borde del colapso hacía una semana, con médicos y ambulancias entrando y saliendo de la casa, pero aunque se había cansado de gritar y amenazar, no había conseguido nada. Cassian Wolf era no solo el accionista mayoritario, sino el dueño total de la empresa, y no le molestaba perder un par de cientos de millones destrozando su empresa porque al final ganaría mucho más al no
UGPEM. CAPÍTULO 75. Yo no quiero justicia...Lyon sacó una cerveza y se la ofreció mientras Liam se apoyaba en el barandal de proa y los dos bebían.—No hay muchos detalles para dar, la mataron. Gente corrupta del mismo ejército, me imagino que ella te habrá contado algo —sentenció.—Algo, pero no tenía pruebas y no estaba segura de nada, así que me imagino que tú tampoco las tienes —replicó Lyon.Él sonrió con tristeza y negó.—Es porque tampoco las estoy buscando, no quiero pruebas, ni justicia... lo que yo estoy buscando es algo muy diferente. Quiero venganza —sentenció.Lyon pasó saliva y apretó los dientes. El hombre frente a él se veía destrozado en todos los sentidos, tenía el cabello más largo y desordenado, barba descuidada y su ropa no estaba del todo limpia.—No tienes la cabeza fría como para buscar venganza, Liam.—No, no la tengo. Y por eso vine a buscarte —dijo este al ex soldado—. Porque estoy seguro de que me ayudarás. Voy a buscar a los responsables de la mue+rte de
UGPEM. CAPÍTULO 76. Sin salidaMax se despertó sobresaltada. Aquel sexto sentido que solía advertirle que estaba en peligro se sentía como una sirena, chillando en su interior. Se levantó en silencio y sacó el arma que tenía debajo de la cama, no sin antes ponerse aquel chaleco de grafeno.Cargó y rastrilló la pistola tratando de no hacer ruido y recorrió los angostos pasillos del calabozo en el más absoluto sigilo. No había nadie, sin embargo no se sentía tranquila. Se acercó a la una de las trampillas y no demoró mucho en escuchar pasos afuera. Era de noche, y en tres meses que llevaba allí nadie había estado rondando.Birsay tampoco era un pueblito con adolescentes que fueran a beber lejos de la vista de sus padres, así que eso solo podía significar una cosa: la habían encontrado.Max se apresuró a volver al calabozo principal y recoger sus cosas con rapidez mientras contenía la respiración, aunque era consciente de que quizás no escaparía sin ser vista. Tomó la bolsa que ya tenía
UGPEM. CAPÍTULO 77. “No hay nadie a esta hora”Lyon suspiró mientras le pasaba otra cerveza y ni siquiera le ofreció un par de analgésicos porque entendía que Liam necesitaba aquel dolor para sobrevivir. Estaba pagando solito sus minutos de no pensar claramente, sus instantes de darle la espalda a una mujer que lo había dado todo por él, y ahora incluso la esperanza era simplemente dolorosa.—Puedes quedarte aquí esta noche... con la única condición de que te duches, por favor —le pidió—. Mañana hablaremos.Liam intentó obedecer lo mejor que pudo y se dio una ducha en el pequeño baño del barco. Intentó dormir algo en la pequeña camita del camarote, pero el pecho le dolía demasiado, por dentro y por fuera. Aquellas palabras se repitieron en su cabeza."¿Si Max estuviera viva no habría buscado ya la forma de contactarse contigo?"—¿Y si no puede? —pensó en voz alta—. ¿Y si no puede hacerlo...?Se incorporó a pesar del dolor y alcanzó de inmediato su teléfono. Un presentimiento, no supo
UGPEM. CAPÍTULO 78. ¡Estás viva...!Max no podía creerlo, era su voz, era él pero... Parecía como si hubiera envejecido años, con aquella barba larga y su ropa sucia y...—¿Liam...? —susurró con voz ahogada y lo escuchó romperse en un sollozo bajo.—¡Max!... —Liam sintió como si estuviera a punto de enloquecer de felicidad cuando vio su rostro—. ¡Max!En un segundo aquella pistola estaba en el suelo y él salvaba los centímetros que los separaban para estrecharla contra su pecho. Pensar que ella estaba muerta había sido absolutamente devastador para él.—¡Dios, mío! ¡Estás viva...!Max pudo sentir el llanto sacudir el cuerpo de Liam al abrazarlo con todas sus fuerzas. Ciertamente ninguno de los dos podía creer lo que estaba pasando en ese momento. Max le devolvió el abrazo y se sintió extrañamente a salvo entre sus brazos. La sensación de su calidez la confortó y Max no pudo evitar derramar algunas lágrimas también.—Creí que estabas muerta... ¡creí que estabas muerta, por dios! —balbu
UGPEM. CAPÍTULO 79. La promesa más importanteLiam miró alrededor y el corazón se le hizo pedazos, era un refugio seguro pero no dejaba de ser la cloaca de un castillo medieval.—Sí, al menos he estado aquí desde que llegué en el carguero. Vine en uno de los contenedores.Liam sintió que se le estrujaba hasta el alma. Dos semanas en un contenedor en medio del mar, sola y sin ayuda. ¡Si no fuera por el hecho de que estaba viva y eso lo cambiaba todo, él ya habría enloquecido pensando en todo lo que Max había padecido en esos meses!—Escucha, nena, yo también tengo dinero suficiente, así que vamos a irnos de aquí ahora mismo. ¿Te sientes con fuerzas?De los dos, el que peor se veía era él, agotado por tantos días de marcha, pero Max era la que estaba embarazada y él se preocupaba por ella, así que prefería sacar fuerzas de donde no había y seguir el camino.—Sí, claro que sí —respondió ella y mientras le decía esto, una sonrisa comenzaba a brillar en sus labios.Enseguida Max recogió lo
UGPEM.CAPÍTULO 80. Una larga historiaMax respiró profundo cuando se dio cuenta de que por fin estaban solos y a salvo. Para ella aún faltaba mucho por fortificar aquella cabaña para hacerla segura, pero al menos de momento nadie los había rastreado hasta allí.Se apretó contra el pecho de Liam y sintió su pequeña pancita separándolos. Tenían que ir a un hospital en algún momento, ver cómo estaba evolucionando el bebé, pero eso tendría que esperar un poco.Él tomó su mano y los dos entraron en la cabaña. El frío ya se sentía en los huesos y en un par de semanas comenzaría a nevar.La cabaña estaba hecha de piedra y madera. Las paredes eran ásperas y las vigas eran gruesas y oscuras. El tejado era inclinado y estaba hecho de gruesos troncos cubiertos por una gruesa capa de hierba y barro, era perfecto para mantener el calor en el interior durante el invierno y el aire fresco durante el verano.La casita se veía pequeña pero aun así tenía dos plantas, con un porche envolvente, sencillo