UGPEM. EPÍLOGO
UGPEM. EPÍLOGO
La vio abrir los ojos sin llegar a enfocarlos y luego sostenerse la cabeza como si le doliera.
—Max, muñeca, mírame por favor.
Había tanta angustia en su voz que a pesar de que su cabeza parecía a punto de estallar, Max alzó los ojos para mirarlo. Era lindo el condenado. Le había gustado desde el primer minuto, desde el mismo instante en que lo había visto en esa fiesta y él la había confundido con una monja.
—No soy hermana... —murmuró y él frunció el ceño sin comprender hasta que ella sonrió—. ¡Ups! ¿Crisis de fe?
Liam cayó sentado a su lado en la alfombra mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—¿Te acordaste...? ¡Max, te acordaste! —exclamó él emocionado, mientras en su voz vibraba la felicidad y la sorpresa.
Ella se lanzó a sus brazos y lo besó en los labios, como si fuera la primera vez que lo hacía. Rodaron por el suelo entre risas y lágrimas y Liam agradecía a dios cada dos segundos por haberle devuelto sus recuerdos a Max.
—Sabes que igual no habría importad