PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPITULO 10. Un arma de destrucción involuntaria
Gigi tenía cara de espantada, pero por alguna razón ya Niko se estaba acostumbrando a ella y a sus reacciones.
—¿Por qué a mí nunca me has dicho tu apellido? —preguntó él de repente, extendiendo su mano para ayudarla a bajar del aut