—¡Que no sé nada! ¡Le juro que no sé nada!
A aquella hora la doctora Flynn bebía té con desesperación y negaba bajo la atenta mirada de Andrea.
—¡Es que ni siquiera hago eso! No grabo las sesiones con mis pacientes porque... bueno, algunos son importantes, ya sabe, figuras públicas. As´´i que solo