—Claro que no, nena. Jamás...
Zack asintió y aceleró el ritmo, deslizándose dentro de ella con una fuerza que la hacía apretar los puños. Andrea ahogó un grito cuando él soltó sus manos y fueron a dar los dos al suelo, sobre el heno suave del cobertizo.
Sin decir palabra Zack la levantó por las ca