La respiración de Andrea era rápida y superficial, mientras la de Zack era pesada y ronca.
—¡No te atrevas a hacerlo, Zack! —siseó ella mientras sus manos forcejeaban inútilmente con las bridas—. ¡Te lo prohíbo!
—¡Tú a mí no me prohíbes nada, Pastelito! —replicó él mientras sus manos acariciaban s