Capítulo 61. Perros Guardianes.
Urdaneta y Jiménez se miraron mutuamente. No podían hacer nada para proteger a su jefe. La orden de Félix era clara y precisa. Debían proteger a Ximena y al bebé. Esa era su principal obligación.
Ximena sintió el ardor en la palma de su mano y una sensación de poder recorrió todo su cuerpo. Una electricidad adictiva que le encantó desde el primer momento que la probó. Se trataba del poder. Esa libertad de poder hacer lo que quería sin miedo a las consecuencias.
—¿Por qué has hecho eso?—, preguntó Félix asombrado.
—¿Y te atreves a preguntar?—, dijo Ximena indignada.
—Es genial volver a reunir la familia—, dijo Fernando interrumpiendo la conversación en ese momento.
Félix levantó su dedo para callar a su hermano sin siquiera voltear a verlo. Sus ojos estaban concentrados en mirar a Ximena fijamente y de forma intimidante.
—¿Cómo te atreves a golpearme?—, preguntó Félix.
—¿Y qué harás? ¿Me vas a golpear? ¡Adelante! ¡Hazle daño a tu propio hijo!—, dijo Ximena dispuesta a cualquier c