Capítulo 57. Las Tres Zetas
Ximena no sabía en qué país estaba. Mucho menos sabía la hora y el día. Había perdido la noción del tiempo viajando en el interior de ese barco. Pudieron haber pasado días o quizás solo horas. Pero para ella no había forma de saberlo.
La camioneta avanzaba conducida por el mismo Barragán mientras que Valeria viajaba en el asiento trasero. Ximena trataba de leer los letreros de los negocios para ubicarse un poco, pero nunca antes había visto ese idioma en su vida.
—¿De verdad esta mujer tan hermosa te dió tantos problemas?—, dijo Barragán con su acento español.
—No la conoces—, dijo Valeria viendo con indiferencia a través de la ventanilla—, Casi le arranca el brazo a un escolta con un cuchillo.
Barragán se mostró asombrado al levantar sus cejas y quedar boquiabierto.
—Lo que me hace recordar—, Barragán levantó un pañuelo que cubría el tablero de la camioneta y tomó una navaja que estaba allí oculta—, Por si acaso...—, dijo sonriendo nervioso mientras guardaba el pequeño cuchillo