6.
Clara.
Abrir los ojos se me dificulta tanto como moverme, pero a fin de cuentas termino haciéndolo. Tardo más de lo que debería en orientarme, y cuando lo logro, todos los recuerdos de las últimas horas se abalanzan sobre mí uno detrás de otro. Lo peor de todo, es que en cada uno de ellos aparece un rostro severo de ojos marrones dorados protagonizándolo.
—Rayos... —me quejo por el intenso dolor de cabeza que siento.
Tengo una intravenosa pegada al dorso de mi mano derecha, también me quitaron los zapatos y recogieron mi cabello en una trenza. Menos mal, aún conservo el uniforme sobre mi cuerpo. No quiero pensar que tan mal habré estado para haber dormido tan profundamente. Y peor aún, ¿cómo se supone que llegué aquí?
—Hola, pequeña. —una mujer rubia bajita con uniforme y una cofia de enfermera en la cabeza, me mira con atención desde la puerta entreabierta. Tiene una sonrisa cálida decorando sus labios, pero también una mirada cautelosa.
—Hola. —logro articular con voz rasposa.
—¿Có