Observé a Hades paralizado desgarrar a cada criatura que se arriesgaba a acercarse a la barrera, ni siquiera podían tocarla porque siempre los jalaba antes, los desmembraba frente a nosotros, sus ojos estaban completamente negros y su rostro cubierto de sangre negra.
Me pasé la mano por la cara y el mismo líquido espeso y maloliente estaba sobre mí, Eaco volvió a revisar su bolso y me entregó otro paño que empapó en agua de una olla.
Lo tomé y me limpié la cara.
"Mírame, Perséfone", preguntó Éaco en voz baja, tomó mi rostro y lo giró hacia él.
- Hades, necesito ir con él.- murmuré.
Hades no necesitaba mi ayuda, al contrario ahora todas las criaturas comenzaban a retroceder pero eso no le impidió ir hacia ellas y destrozarlas, cabezas por todas partes y sangre, mucha sangre.
- Déjalo Perséfone, ya no es él mismo.- advirtió.
- Precisamente por eso necesito ir con él.- respondí y me puse en pie cojeando hasta salir del círculo.
"¡Perséfone, vuelve!" gritó Éaco y me agarró del brazo.
- ¡S