Capítulo 3

Se dice que cuando un suceso traumático pasa por la vida de una persona esta empieza a cambiar de forma gradual. Pero llegar a oír a mi gato hablar se pasó tres pueblos.

—Debería haber dicho algún chiste para amortiguar el golpe. —Miró a la cobaya que empezó a hacer ruiditos de frustración—. Entiendo. Empiezo por el principio.

—¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué hablas? ¿Por qué...? —Para mi sorpresa Will se acercó a mí y se coloca a dos patas para acariciarme la cara.

—Layla mírame. Necesito que me escuches atentamente. —Asentí desesperada—. Todo esto te va a sonar raro. Antes debes prometerme que no me vas a interrumpir. —Volví a asentir—. Para empezar cada objeto mágico en este mundo tiene un guardián que protege a su Portador y al objeto. En este caso soy yo. Mindi. —Señala a la cobaya—. Es mi antecesor. Esas llaves que te ha dejado Adam, son el objeto mágico. Cada llave te lleva a un reino diferente que está escondido en la Tierra.

—¿Por qué yo?

—Adam sabía a ciencia cierta que eres especial—respondió el gato sentándose sobre sus patas traseras.

—¿Por qué puedes hablar?

—Cada objeto mágico tiene un guardián, el de esas llaves es un espectro de un druida. Me alegra ser un poco más grande ahora—comentó. La cobaya empezó a chillar—. Deberíamos irnos. Es posible que esas criaturas sigan cerca y estás cansada.

—Respóndeme una última pregunta. —Will me da permiso con un movimiento de cabeza—. ¿Quiénes eran esas criaturas?¿Por qué mataron a Adam?

—Dije una pregunta pero igual te las responderé—soltó un suspiro—. No sabemos quiénes son, solo que quieren las llaves. No dudan en quitarse de en medio a quienes se interponen entre ellos y su objetivo, por eso cada vez los portadores están cayendo más rápido por culpa de esos seres—dijo con firmeza.

—¿Qué tienen esas llaves de especial?

—Veo que no lo pillas. Quien posee esas llaves tiene la capacidad de entrar a cualquier reino y eso quiere decir hacer lo que quieras allí.

—¿Y porque las tengo yo?

—Tenemos que irnos y ya. Nos pueden encontrar—me ordenó con firmeza y saltó al suelo—. Y a casa de yaya no voy ni muerto. Me da demasiada comida y este tipo se ha de mantener para el verano.

La cobaya trata de saltar pero decido llevarlo en brazos.

—Te llevo yo, Mindi. —El roedor se deja acariciar—. ¿Dónde vamos entonces?

—Vamos a dejarla en un lugar seguro, las brujas cuidaran de ella. —Se dirigió a la puerta.

—Espera Will. —El gato se detuvo y concentro su mirada ámbar sobre mis ojos grises—¿Has dicho brujas?

—Así es—me respondió.

—¿Son buenas?

—Sí, y no vuelan en escoba ni transforman a las personas en sapos. —Vuelve a mirar el suelo—. Tampoco tienen verrugas. Pero prefiero que lo veas por ti misma.

—¿Dónde está su reino?

—Solo tienes que ir a un bosque—respondió.

—Hay uno a unos kilómetros de aquí—recordé todas las veces que iba con mis padres a ese bosque a pasear, pero eso fue antes de que eso fuera a vivir con mi yaya.

—Vamos a ese.

Lo aupé también y bajé las escaleras queriendo preguntar tantas cosas. Pero me tenía que contener.

—¿Podemos volver a por mí jaula?—preguntó cuándo estaba en el aparcamiento buscando el coche que me regaló yaya cuando me independice.

—No. Según tú podrían estar detrás del llavero—le recordé.

—Cierto. —Los dejé en el copiloto mientras Mindi dormía a su lado.

—Tengo tantas preguntas—dije al aire.

—Lo sé, pero cuando lleguemos allí te lo explico tranquilamente. Te lo juro.

—Te tomo la palabra—Arranqué el coche y salí del parking. Puse el coche en dirección a las afueras.— Hay una cosa que quiero que me digas si paso de verdad.

—Soy todo orejas.

—Cuando estaban esas criaturas luchando con Adama. —Aparté la mirada y viré el volante a la derecha—. Recuerdo que noté que algo salía de mí y empujaba a esos seres lejos de él.

—Ahí desataste tu poder. —Noté su mirada en mi—. Los poseedores de los objetos tienen habilidades mágicas. No son muy poderosos sin sus objetos pero si pueden defenderse— responde—. Eso que hiciste se le llama el Escudo del Druida. Siempre suele ser el primer hechizo que hacen.

—¿Porque Adam sabía que era diferente? —La cobaya se despertó y empezó a hacer ruiditos—. ¿Qué dice?

—Cierto. Los Portadores nacen con rasgos atípicos en humanos. Adam tenía las pupilas similares a una serpiente pero se ponía lentillas—respondió—. En tu caso es tu pelo.

—Es azul nada más.

—Naciste con ese color de pelo. Eso sí que es raro. Esto que te voy a decir te lo dice el gato que ha vivid contigo estos dos años. —Respiró fuerte—. No te infravalores, sé que lo haces siempre cuando las cosas andan mal, pero vales más que cualquier persona que he conocido en mi vida. Como tu gía te voy a ayudar en todo lo que necesites, pero tienes que saber que tienes que ser totalmente sincera conmigo— dijo sin aparta sus ojos de mí—. Eres especial y, como gato tuyo estos años, lo he sabido desde el día en que te vi en esa calle.

—¿Cómo lo supiste?

—La gente que sufre durante toda su vida son las más fuertes. Aprenden que ese sufrimiento es parte de ti y solo han de luchar contra él. —Miró la carretera— Para aquí. Aquí podremos entrar a dejar a Mindi.

—Ya hemos llegado pequeña. —Mindi abrió sus ojos y camino adormilada hacia mí. Los aúpe a los dos y me adentré en el bosque.

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