Bianca frunció los labios.—¿Así que quieres usarme y luego desecharme? Pues qué pena, he cambiado de opinión, ya no pienso irme.
Esto encajaba perfectamente con el carácter de la señorita Bianca. Alessia arqueó una ceja y miró de reojo a Riley.
La expresión serena de Riley se congeló un instante;