—Por supuesto que no —respondió Gordon sin dudar—. Si fuera hija mía y de Evelyn, sería la niña más bondadosa del mundo.
Alessia se sorprendió ante tanta hipocresía.
Ese pensamiento la dejó con sentimientos encontrados: no sabía si debía conmoverse o seguir odiándolo.
—Ya puedes irte, no necesito na