—Ay, niña… —la abuela Carter la miró con un suspiro resignado.
Brenda también se acercó a Bianca, dudó un instante y luego la abrazó. Bianca percibió el mismo aroma familiar en Brenda que recordaba de su niñez, y la nariz comenzó a picarle.
Apoyando la cabeza en el hombro de Brenda, la llamó con sin