Su temperamento de princesa malcriada salió a flote de inmediato, y cruzándose de brazos, dijo:
—Tío, una mirada vale diez mil. ¿Vas a pagar?
Riley lo encontró divertido. Sin apartar los ojos de ella, respondió:
—No tengo dinero.
—Pues si no tienes dinero, no mires —replicó Bianca con altanería, f