Meses después del trasplante de riñón de Roberto, los chicos se encontraban en la casa del hombre haciéndoles una visita.
La reconciliación seguía siendo frágil, las cosas no serían como antes con tanta rapidez, pero estaban intentando recuperar el tiempo perdido.
Mateo y Arturo, observaban la casa con detenimiento, dándose cuenta de que era muy humilde. Sin duda era lo que un hombre que había estado en prisión podía costearse.
Había plantas en las ventanas, una alfombra gastada pero bien cuidada, y, sobre una mesa, se encontraba una fotografía reciente de ellos. Un intento de reconstrucción, aunque no era más que un intento.
Damián, por su parte, no estaba mirando nada de eso. No le interesaba. Si había accedido a venir, era con una única finalidad, una que ya no podía seguir retrasando un segundo más.
Necesitaba una respuesta ahora.
—¿Te llegaron los resultados? —preguntó, sin preludio.
Tres pares de ojos se giraron en su dirección, dos de ellos lo observaban con extrañeza