Sabía que en su condición no debería estar asistiendo a este tipo de eventos; sin embargo, aquí estaba, en una velada de la que verdaderamente no quería formar parte. Pero a la que no pudo evitar asistir luego de enterarse de que Adriel iría en compañía de alguien.

¿Sería cierto?

¿Conocería hoy a la misteriosa mujer que lo había acompañado en el anterior evento?

Y peor aún…

¿Por qué quería conocerla?

Jade tomó un sorbo de su agua mineral, sintiendo el peso de la noche sobre sus hombros.

Quería sentarse.

O no, mejor aún, quería irse a casa.

Pero no podía. No sin verlo personalmente.

Nicolás estaba a su lado, su mano descansaba de forma protectora sobre la parte baja de su espalda, un gesto que le hacía sentir incómoda. Pero trataba de ignorar la situación. Su mirada estaba fija en la entrada del salón, vigilante.

Y entonces, él llegó.

Adriel cruzó el umbral con la elegancia innata que siempre lo había caracterizado. Traje negro, impecable, postura firme y decida, y esa expresión