MEGAN

¿Una aventura? ¿Qué demonios significaba eso siquiera? ¿Planeaba llevarme a montar a caballo por la naturaleza o algo así?

Esa idea no sonaba tan mal, en realidad.

La aparté de mi mente mientras leía el mensaje de Connor. Revisé las palabras una y otra vez, como si pudiera haber alguna pista sobre el tipo de día que tenía en mente. Y más que eso, me di cuenta, mientras estaba de pie en mi cocina con el teléfono en la mano, que esa sería mi mejor oportunidad para echarme atrás.

Mientras consideraba la idea, otra oleada de náuseas me golpeó. Dejé el teléfono sobre la encimera, colocando una mano sobre mi vientre y la otra sobre el borde de la isla de cocina. Hice una mueca, dejando que la extraña y repentina náusea me recorriera.

Por un momento, sentí que realmente tendría que correr al baño y dejarlo salir. Pero, como antes, la náusea se desvaneció hasta desaparecer. Cuando volví a sentirme normal, me enderecé y cuadré los hombros.

Perfecto. Completamente sana, no hay nada malo