MEGAN

—Lo siento por él —se disculpó Jacob.

Estábamos sentados en una de las salas de descanso del personal, con dos vasos de café de poliestireno frente a nosotros. El hospital me había dado permisos temporales para ayudar tras el desastre.

—Está bien —dije—. Decirle a alguien que puede que nunca vuelva a ver igual… es mucho para asimilar.

—Es por nuestro padre —dijo Jacob.

Me confundí.

—¿Cómo así?

—Nuestro viejo... es el hombre más terco que puedas imaginar. Si algo no le sale como quiere, actúa como si fuera el fin del mundo. Nuestra madre… ella era más equilibrada. Así que Connor y yo salimos con un poco de ambos. Por lo general, tenemos la actitud tranquila de mamá, pero de vez en cuando, el viejo sale a jugar.

Sonrió levemente, y yo también.

—Está bien —dije—. No puedo imaginar por lo que está pasando ahora mismo. Vive de su vista, es su arte. Su mundo está a punto de darse la vuelta, y lo único que puedo ofrecerle son palabras y porcentajes.

Sacudí la cabeza, bajando la mirad