CONNOR

Lo primero que noté al volver al mundo de los vivos fue que estaba cómodo. Estaba en una especie de cama suave, cubierto con mantas hasta el cuello. Un contraste brutal con lo que recordaba de antes: apenas retazos de memoria llenos de frío y dolor.

No disfruté del calor por mucho tiempo. Un dolor sordo irradiaba desde un punto justo detrás de mis ojos, obligándome a soltar un gemido.

—Jodida sea.

—Creo que eso significa que ya despertó —reconocí la voz de Jacob.

—Hola —habló otra voz, suave y reconfortante—. ¿Cómo te sientes?

Megan.

Me dolía moverme, pero obligué a mis párpados a abrirse para mirarla. Al hacerlo, me di cuenta de que algo andaba mal.

Algo andaba muy mal.

En el centro de mi visión, en ambos ojos, había dos grandes manchas negras. Moví la mirada en distintas direcciones, pero las manchas me seguían, tapando todo lo que intentaba enfocar.

—¿Qué demonios…?

Quería ver el rostro de Megan, el de mi hermano. Pero era imposible. Siempre que intentaba mirarlos, sus car