MEGAN
Si no hubiera sido fan de Connor antes, esa noche habría bastado para convertirme en una.
Los niños corrieron hacia nosotros en cuanto entramos, soltando exclamaciones y suspiros de emoción por los regalos que habíamos traído. Y para mi sorpresa, los gemelos se entusiasmaron con la foto del zorro, queriendo saber todos los detalles sobre el pequeño animal de la imagen. Preguntaron si el zorro era de Connor, si lo dejaba acariciarlo, si podía traerlo a casa para que lo conocieran. Y él los había provocado, diciéndoles que tendría que volver al bosque a hablar con el zorro, contarle la idea... que el zorro era tímido, explicó.
La noche fue un torbellino de actividad. Los niños y el cachorro corrían como locos, y Connor se unía al alboroto, animándolos aún más. Solo cuando los pequeños estuvieron llenos de pizza y helado se calmaron lo suficiente como para llevarlos a la cama. Connor los subió cargando junto con Jacob, cada uno con un gemelo en brazos.
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