Después de que Ximena bajó las escaleras, Samuel se dirigía hacia fuera de la villa.
—Espera un momento— llamó Ximena fríamente.
Samuel detuvo sus pasos y se volvió hacia Ximena.
—¿Qué pasa?— preguntó Samuel, con sus hermosos ojos mirando a Ximena.
De repente, los pensamientos de Ximena se despejaron. Parecía que Samuel todavía era el mismo de antes, y ellos dos seguían siendo amigos íntimos que podían hablar de todo.
Pero todo lo que estaba sucediendo ahora era una realidad.
Ximena apretó los puños y dijo:
—¿Por qué decidiste salvar a Elena?
Samuel se volvió hacia Ximena y respondió:
—Xime, tengo cosas que hacer.
—Elena es la responsable de incriminar a Simona. ¿Realmente quieres añadir más dolor a Simona?— preguntó Ximena.
—Xime— dijo Samuel con calma, —no puedo preocuparme por los sentimientos de los demás. Solo sé que debo salvar a las personas que me son útiles.
Ximena se burló fríamente:
—Entonces, ¿me dejas con vida porque crees que aún soy útil para ti?
Los ojos de Samuel se