Doña Alicia escuchó la voz y bajó rápidamente las escaleras. Al ver a Manuela regresar, se acercó apresuradamente y dijo:
—Señorita Santos.
Manuela la miró fijamente y dijo con enojo:
—¿Todavía no has cambiado mi título?
Doña Alicia se sobresaltó y respondió:
—...Señora.
Manuela apartó la mirada y preguntó:
—Tengo hambre, ¿dónde está mi merienda?
Doña Alicia asintió rápidamente y dijo:
—¡Voy a prepararla de inmediato!
—Luego, asegúrate de prestar más atención en el futuro. Estoy embarazada y necesito una buena nutrición —agregó Manuela.
Manuela terminó su frase y se sentó en el sofá con enojo. Luego preguntó:
—¿Y mi esposo?
Doña Alicia respondió:
—Todavía no ha regresado...
Manuela golpeó la mesa de centro con furia, haciendo que las frutas en ella se derramaran.
—¡Llama y dile que no me siento bien! ¡Que regrese de inmediato!
Doña Alicia temblorosa sacó su teléfono y dijo:
—Sí, sí...
Mientras tanto, Alejandro estaba a punto de decirle a Eduardo que llevara comida a Ximena cuand