Inmediatamente después, resonaron dos disparos más.
Ximena, asustada, gritó en shock. Alejandro, con un semblante frío, agarró el brazo de Ximena y la tiró al suelo.
Los invitados a su alrededor huyeron en todas direcciones, las sillas fueron arrojadas y golpearon a la gente.
Alejandro abrazó fuertemente a Ximena, protegiéndola en su regazo, y habló con una calma extrema:
—No tengas miedo, te sacaré de aquí.
El grito sorprendido de Mariano llegó:
—¡Alejo, cuidado detrás!
Al escuchar la voz, Alejandro se volvió bruscamente y vio a un hombre delgado sosteniendo un cuchillo afilado, acercándose para apuñalarlos.
Alejandro levantó a Ximena rápidamente, la protegió detrás de él, y el hombre con el cuchillo cortó ferozmente el brazo de Alejandro.
Los ojos de Ximena se abrieron de par en par, exclamando:
—¡Alejandro!
El hombre que blandía el cuchillo gritó frenéticamente:
—¡Todos deben morir, ustedes, estos malditos capitalistas, deben morir!.
Con una expresión fría, Alejandro cubrió su b