Ximena se levantó de la cama, cubriéndose el pecho dolorido. Abrió la puerta y se dirigió a la habitación de los niños. Al abrir la puerta, vio los rostros tranquilos de los dos pequeños durmiendo, lo que la tranquilizó.
Cerró la puerta suavemente y se deslizó bajo las mantas de los niños. Besó la frente de Nicolás y Liliana y los abrazó. El sueño les había devuelto la tranquilidad.
El sueño la había sacudido, recordándole que había estado descuidando la seguridad de los niños desde que regresó a Reinovilla. Había estado tan enfocada en su plan de enfrentarse a Manuela que no había pensado en la seguridad de los niños.
Decidió que necesitaba contratar algunos guardaespaldas que pudieran proteger a los niños en todo momento. La seguridad de sus hijos era su prioridad.
Ximena cerró los ojos y Nicolás, que estaba medio despierto, abrió los suyos. Se preguntó por qué su madre había venido corriendo a dormir con ellos y por qué estaba tan preocupada. Recordaba que su papá malo mencionó a al