En ese momento, Leo y Nicolás estaban sentados en el estudio discutiendo asuntos de la empresa. De repente, los teléfonos de ambos sonaron. Al sacar sus teléfonos y ver el mensaje de Mateo, se miraron en silencio.
Nicolás fue el primero en responder: [Aguántate.]
Leo: [No puedo ayudarte.]
Al recibir las respuestas, Mateo estaba a punto de llorar de frustración.
Tomó su teléfono y envió una foto del oscuro pasillo: [¡Si no vienen, me voy a morir de miedo!]
Nicolás: [Ya tienes 14 años, es hora de que aprendas a enfrentar ciertas cosas.]
Leo: [Liliana es una chica, debes aprender a protegerla.]
Mateo: [¿De verdad no van a ayudarme?]
Nicolás: [A partir de ahora, no te conozco.]
Leo: [Aprende más, observa más, pregunta más.]
Mateo estaba tan enojado que quería arrojar su teléfono.
Si Liliana no era de fiar, ¡Leo y Nicolás eran aún menos confiables!
—Ya sé qué hacer —dijo Liliana de repente.
La voz repentina asustó tanto a Mateo que tembló violentamente, dejando caer su teléfono con un "plop