Liliana se levantó emocionada, se vistió y se aseó. Cuando bajó las escaleras y estuvo a punto de salir, comenzó a sentir un poco de nerviosismo. Frunció el ceño y miró a su hermano Nicolás con ansiedad.
—¿Y si mamá nos descubre? ¿Nos regañará?— preguntó Liliana preocupada.
Nicolás, ya calzándose los zapatos, miró a su hermana.
—¿Quieres saber si Alejandro es nuestro papá o no?
—¡Sí!— respondió Liliana de inmediato, pero luego titubeó. —Pero mamá dijo que papá ya está muerto.
Nicolás terminó de ponerse los zapatos y se puso de pie.
—Si tienes miedo de venir, quédate en casa y me cubres.
—No, no quiero quedarme sola, hermano— respondió Liliana rápidamente y agarró el dobladillo de la ropa de Nicolás.
Nicolás le acarició la cabeza.
—Si mamá se enoja, probablemente me regañe primero. Liliana, no te preocupes.
Liliana asintió con la cabeza y siguió a Nicolás mientras se dirigían a Valleluz.
Veinte minutos después, los dos niños llegaron a Valleluz. Tal vez Leo ya había hablado c