Tras decir esto, Damián salió del comedor y de la casa.
La ira de Alejandro crecía con cada palabra. ¿Con qué derecho le decía cuándo irse? ¿Solo porque Ximena lo trataba mejor a él ahora?
Alejandro se levantó bruscamente. Aunque su intención era irse, sus pies lo llevaron inconscientemente hacia las escaleras.
Al llegar al segundo piso, vio a Ximena salir del estudio.
Sus miradas se cruzaron y Ximena lo miró sorprendida.
—¿Por qué subiste?
Alejandro miró las puertas de las habitaciones.
—¿Cuál es tu cuarto?
Sin pensarlo mucho, Ximena señaló la puerta a su lado.
—Este. ¿Qué pasa?
—Entra—dijo Alejandro con voz fría, abriendo la puerta y entrando.
Ximena lo siguió confundida.
Aunque mantenía su distancia, podía oler claramente el alcohol en él.
Ximena lo miró fijamente. ¿Acaso estaba borracho?
Alejandro se sentó en el sofá y Ximena le ofreció una botella de agua.
Él no la aceptó y preguntó:
—¿Qué pasó entre tú y Samuel?
Ximena bajó la mirada y se sentó lentamente.
—¿Por qué pregunta