Ximena parpadeó perpleja al principio, pero en un instante comprendió. Rápidamente sacó su teléfono y llamó a Eduardo.
—Señorita Pérez.
Ximena preguntó: —¿Fue el señor Méndez quien pagó la cuenta médica de mi madre?
Eduardo respondió: —Sí, el señor no quiso decirlo, pero ayer mismo depositó un millón en la cuenta de tu madre.
Después de confirmar la noticia, Ximena llamó a Alejandro: —Señor Méndez, ¿dónde estás?
Alejandro mantuvo su indiferencia: —Al grano.
—Un millón, ¡te lo devolveré! —afirmó Ximena con determinación.
Alejandro se burló fríamente: —Ven a Valleluz.
Tras esas palabras, colgó el teléfono.
Ximena apretó el teléfono mientras pensaba profundamente, luego dejó el hospital.
...
Valleluz.
Ximena entró a la mansión y la encontró completamente a oscuras. Buscó la pared a tientas para encender la luz. Justo cuando sus dedos estaban a punto de tocar el interruptor, una familiar presencia la envolvió de repente.
Antes de que pudiera voltear, sintió una fuerza en su ci