Preguntó, ocultando las emociones en sus ojos y hablando con indiferencia.
Miguel asintió respetuosamente y colocó los documentos que llevaba sobre el escritorio.
Daniel los tomó, les echó un vistazo y los arrojó casualmente de vuelta a la mesa. Su rostro era frío y contenía un tono amenazador.
—Presidente, ¿cree que deberíamos darle una copia de esta información al señor Juan? —preguntó Miguel con cautela.
Apenas terminó de hablar, recibió una mirada gélida del hombre, que hizo que Miguel temblara y bajara inmediatamente la cabeza, sin atreverse a mirar los ojos del hombre de nuevo.
—Las personas que él mismo ha provocado, debe afrontar las consecuencias por sí mismo —dijo con voz profunda y helada, sin un ápice de calidez.
Recordando el rostro de Estrella de la noche anterior, con lágrimas en los ojos, conmovedoramente frágil pero esforzándose por ser fuerte, su corazón se contrajo involuntariamente.
Daniel se levantó bruscamente y dijo con voz grave:
—Prepara el coche, voy a salir.