Isabel asintió y se retiró. Caminó hacia los cuarteles y ahí encontró a Alejandro hablando junto con los Generales y estudiando las imágenes que aparecían frente a ellos en la mesa. Era el castillo donde había crecido, su hogar, su lugar seguro hecho desastre, cenizas y con restos carbonizados de los objetos que antes se encontraban dentro del castillo a su alrededor amontonados en escombros.
Isabel se acercó y todos la observaron en silencio, con su dedo lentamente pasó imagen tras imagen y cada vez se sorprendía más de la malicia y egoísmo de su tío.
— Señorita Isab..— Comenzó un general.
— ¿Cuándo fueron tomadas estas fotografías? — Pidió saber Isabel no dejándole terminar la oración.
— Esta mañana, señorita. — Respondió uno de ellos.
— Gracias.— Lo observó y se retiró del lugar dirigiéndose hacia la puerta del castillo.
Observó a los sobrevivientes de su pueblo, lo que quedaba del legado de su padre y sintió algo quebrarse dentro de sí.
— ¿Y? — Comenzó a decir, mientras Isabel seg