Aire que quema y fuego que cura.
Escucho cosas a lo lejos pero no me muevo, quiero seguir durmiendo estoy agotado.
— Está en el acantilado. — Susurran entre sí duendecillos.
¿Acantilado? ¿De quién hablarán? — Pienso.
Tengo mi brazo arriba de mi cara evitando que la luz me queme más la vista, respiro profundo y me dedico a seguir durmiendo. Minutos después siento correr a mi alrededor gnomos con sus acompañantes silvestres, otros montando ciervos y algunas hadas volando.
— ¡A saltado avisad a breeze! — Dice un enano de los bajos mineros.
¿Saltado? — Me digo aún sin entender nada.
Luego, como si lo hubiera estado esperando, un dolor aparece en mi pecho haciéndome abrir los ojos grandemente y llevo mi mano al origen del mismo. Me siento y mis orejas salen a relucir, escucho a lo lejos a una chica hablando y sé quién es.
— Isabel... — Susurro.
Disparado comienzo a correr hacia dónde me guía su voz y en el camino salto algunas rocas y en ese salto mi forma kitsune sale a relucir haciéndome facilitar el correr más rápido.