—No es importante que sepas todo por ahora. Solo necesitas saber que la dejo a mi lado porque me es útil.
Gabriel estaba a punto de decir algo.
El hombre cambió un poco su mirada y siguió:
—Escuché de Gaspard que no esperaste a que tu abuelo saliera del hospital y volviste corriendo para cuidar a tu hermana.
Gabriel bajó la mirada sin decir nada.
—Gabriel, entiendo que, por nostalgia de tu infancia, quieras revivir el cariño y los sueños de cuando eras pequeño, y que quieras tener algo con tu amada hermana. Es algo que se puede entender.
—Pero deberías saber lo que te espera en el futuro. No te lo tomes tan en serio.
Gabriel apretó las manos a los lados de su cuerpo, cerrando los puños con fuerza.
—Además, ya no eres un niño. A mi edad, ya había asumido toda la responsabilidad de mi familia.
—Y tú aún no tienes la madurez suficiente. Hoy, una mujer para nada especial apareció, y tu casi te desquicias. Así, ¿cómo puedes lograr algo en la vida actuado de esa manera?
—