Mi madre se quedó con los ojos completamente abiertos, como si no pudiera creer lo que había dicho. Después de un rato, exclamó:
—Barbara, ¡crie cuervos y ahora me sacan los ojos!
—Pues, el cuervo supero a su vil entrenador, ¿no?
…
Después de que mi madre se dio cuenta de que no podía convencerme, Luna comenzó a suplicarle a David.
Cuando David fue a verla, ella lloraba sin consuelo, como si su corazón se estuviera rompiendo.
—David, de verdad me equivoqué… de verdad me equivoqué…
Luna sabía que seguir explicándose no serviría de nada, así que empezó a rogarle.
—En ese momento, pensé que fue mi hermana la que me drogó y me hizo todo eso. La odié tanto, no podía pensar con claridad y cometí un error…
—David, de verdad me equivoqué… de verdad no sabía qué hacía…
Lloraba de una manera tan triste, tan desgarradora.
Sin embargo, el hombre que siempre la había consentido y que no podía ver ni un solo rasguño en ella, ahora, no mostraba ninguna emoción.
Podía entender