Sabía que las cosas no iban a salir como David dijo, que no todo estaría bien. Seguro habría algún problema. Le había dicho a David sobre esto, le pedí que no dejara que Mía me acompañara. Le conté que ella me había molestado antes, y que tenía una buena relación con Rashid, así que, si Rashid la llamó para que viniera, seguro habría problemas.
Pero David, por Rashid, insistió en que Mía debía acompañarme. Actuó como si no me hubiera dado permiso para irme, y sin dudarlo, me entregó a Mía. La dejó llevarme. Él no solo confiaba en Luna a pesar de todo lo que pasó entre ella y yo, sino que también confiaba en Mía a pesar de nuestra relación. Creía que su subordinada, que siempre lo había obedecido, jamás haría algo para lastimarme.
No, no debería decir que confiaba en Mía. Debería decir que confiaba en sí mismo. El malentendido de hace dos años, cuando Luna me mostró el video donde supuestamente yo la había drogado, hizo que David no confiara en mí. Ese hábito, que se formó en esos dos a