Cuando recordó que no solo había hecho sufrir a David, que cuidaba tanto a su amada y delicada madrastra, sino que también quería hacerme sufrir a mí, la esposa de David, y torturarme bien después de atraparme, se sintió aún más satisfecho.
Pensó que, aunque todo saliera mal, al menos, valdría la pena. ¡Después de todo, había logrado aplastar a David, que antes lo despreciaba con su arrogancia! ¡Había destruido a la persona que él más quería! ¡Él lo había hecho sufrir toda su vida! ¿Qué más quería?
Cuando colgó, miró a Luna, que estaba tirada en el suelo, sin fuerzas para moverse.
Se acercó y le dio una palmada en la cara.
—No te preocupes, tampoco dejaré que esa hijueputa de la Esmeralda la saque barata. ¡Ella va a estar peor que tú!
Rashid odiaba a Luna porque ella había arruinado su vida. También me odiaba a mí. Si no fuera por mí, que siempre mandaba gente a seguir sus movimientos para enviarlo a prisión, no habría llegado hasta aquí. Si podía ser tan cruel con Luna, la que ante