El tío Buck llamó por la radio al teniente para reportar la muerte de los dos hombres que habían perseguido al francotirador.
Los muchachos habían realizado varios disparos con sus ametralladoras, se veía una cantidad considerable de cartuchos percutados en la terraza. Eso quería decir que habían alcanzado al tirador, pero… ¿cómo los había sorprendido? Ellos no eran unos novatos, ambos tenían más de cinco años de servicio y eran bastante buenos.
Eso le dijo a Buck que se enfrentaron con un profesional de la armas.
«Un mercenario —se dijo a sí mismo— Y uno muy experimentado y ducho»
Y tenía que haber sido, porque enfrentar a un par de agentes veteranos armados con ametralladoras no era una tarea simple, ni siquiera para otro agente. Este tenía que ser uno de esos tipos que habían vivido su vida entera luchando en decenas de peleas, regulares e irregulares.
Buck saltó hacia el otro edificio, había solamente un metro de diferencia entre los dos.
Allí vió las marcas de los disparos de los