Brian se acercó a Rachel en la salita de espera, había bajado a la cafetería del hospital para comprar café para ambos. Unas arrugas pronunciadas marcaban su frente en esos momentos de bastante tensión.
Patrick había sido su amigo durante toda una vida, ya ambos habían rebasado la cuarentena por lo que estaban cerca de las cuatro décadas de amistad. Estaba tratando de permanecer optimista, pero los pronósticos no eran nada buenos, había estado conversando con los doctores de guardia y estos estaban al tanto de lo que pasaba en el quirófano.
—Toma, Rachel —le dijo extendiéndole el vaso con el café— Si quieres comer algo puedo buscarlo, no sé, un sandwich o algo similar.
—No, está bien, Brian —le dijo con voz suave— No tengo hambre, pero un poco de café me hará reponer un poco, me siento agotada.
—Creo que deberías ir a descansar —le dijo y luego esbozó una media sonrisa— Pero sé que no me harás el menos caso, ¿cierto?
—Ya lo sabes —dijo Rachel escuetamente.
Brian se sentó en el mueble