29.
- Aceptar una culpa.
Su camioneta se detuvo frente a mi casa y yo miré hacia él, dispuesta a despedirme, cuando sentí sus labios estamparse contra los míos. Cerré los ojos, dejándome llevar por aquel beso improvisado, que duró tan poco como un suspiro.
- Buenas noches, Sara – me dijo, volviendo a prestar atención al camino, algo abochornado y tímido. Era mucho más mono de lo que había pensado, lucía tan tímido y cohibido cuando estaba conmigo.
- Buenas noches, Caleb – me despedí, para luego salir del auto, observando como él se marchaba, mientras yo le despedía con la mano.
Unos pasos a mis espaldas me hicieron darme cuenta de que, no estaba sola, pero no era Elena, sólo era mi madre.
- Al fin llegas – me espetó el