La fiesta llegó a su fin tan pronto como mi padre entregó el premio a la oveja más hermosa de todas. Aún no comprendía bien por qué aquella fiesta se llama “La Granola” si consistía en la presentación de las ovejas más bien cuidadas de cada aldeano, para conseguir un estúpido premio de belleza.
Elena se marchó a casa junto a Tyler, sin que hubiésemos hablado mucho más. Y yo me ofrecí al padre Thomas para ayudarles a meter todas las mesas y bancas en el camión de la iglesia.