Elena Porter va a casarse con Tyler Pitt, así que por supuesto, Sarah Porter, la oveja negra, ha sido invitada a la boda. Pero las cosas no serán nada fáciles con su regreso, pues Sarah tiene muchas cosas que esconder, y volver al lugar del que huyó años atrás, no es santo de su devoción. ¿Qué sucederá cuando vuelvan a encontrarse? ¿Qué es eso que Sarah teme tanto sobre su hogar? ¿Por qué no ha podido rehacer su vida en la gran ciudad? ¿Podrá hacer las paces con sus demonios del pasado? Si quieres saber más sobre esta apasionante historia de mentiras, traiciones y sentimientos, quédate a leer.
Leer más1. The Green House.
Ser la hija del alcalde siempre trajo buenas experiencias, buenas amistades, buenos momentos, y cómo era de esperar, casarse con una de las familias más adineradas del pueblo.
Jonathan Porter siempre fue un buen y justo alcalde, muy querido y respetados por todos, que llevó a nuestro pueblo a lo más alto, incluso comenzaron a venir turistas después de la primera fiesta del maíz.
Aunque creo que era demasiado bueno, y pecaba de inocente, pues mamá siempre se aprovechó un poco de él.
Para ninguno en aquel pueblo era un secreto que la señora Porter se había casado con él por el interés, pero después de la llegada de su primera hija, la mujer cambió un poco, se volvió amable y cariñosa con su pequeña familia, aunque su tosca personalidad siempre estaba presente.
Elena Porter era la mayor de los hermanos, una persona justa y noble, al igual que su padre, aunque en el aspecto era mucho más parecida a su madre: de cabellos rubios oscuros, tez clara, ojos grandes y muy guapa.
Aaron Porter era el hermano mediano, y sin lugar a dudas mi favorito, el único que se parecía a su padre en apariencia, pues sus dos hermanas eran rubias y de piel blanca. Al igual que su hermana, había sacado el carácter de su padre, pero él tenía cierta debilidad, a diferencia de su hermana, por la pequeña Sarah, la benjamina de la familia, y al mismo tiempo, la oveja negra.
Sarah Porter, esta soy yo. Mi personalidad siempre fue difícil, muy parecida a la de mamá, pero esto no me unió más a ella, al contrario, me detestó sin ninguna razón aparente para ello.
Siempre fui una persona muy problemática, desde bien pequeña, y no porque quisiese, sino, porque como descubriréis a lo largo de este libro, me vi obligada a hacerlo.
Las únicas personas que hacían de mi vida un poco mejor, siempre fueron Aaron y papá, que me apoyaban incondicionalmente, y sin pedir demasiadas explicaciones.
Mis hermanos siempre fueron perfectos, muy queridos y alabados por todos, sin apenas esfuerzo ya tenían a todo el pueblo de su parte, yo, por el contrario, tuve que luchar por conseguir hacerme un hueco en él, y fue difícil, tanto, que, en algún lugar del camino, tan sólo me cansé.
Hablemos ahora de la casa, la preciosa mansión de los Porter, cuyo nombre hacía referencia a aquella preciosa aldea. “Te Green House”. Era un lugar mágico, construido junto a una laguna, de madera de caoba, y bastante rústico.
Algunas noches, en el silencio de la noche, tan sólo roto por el croar de las ranas, podían verse miles de luces blancas, hermosas luciérnagas que hacían que la vida pareciese un poco más llevadera.
El bosque y los campos de maíz también tenían cierta belleza oculta, podían escucharse mis risas mientras era perseguida por mi vecino, el loco de Tyler Pitt. Aún quedaba un poco de eso, un poco de mi risa oculto en el viento.
El fondo de la laguna tenía cierto brillo especial, pues sobre sus aguas, a veces, iba a pescar con papá en su viejo bote.
Miles de recuerdos, cada uno más significativo que el anterior se arremolinaban al pensar en The Green Place, aquel hermoso lugar que en lo más profundo de mi corazón aún añoro. Pero no todo fue bueno, y es por eso por lo que hace casi veinte años que no vuelvo a casa.
Eso me hace pensar en algo, recordar mi aldea natal, mientras releo la invitación de bodas que me llegó la semana pasada, dónde mi hermana mayor me invita a su boda.
Quizás debería ignorarla, hacer como si no la hubiese recibido, pues no hay nadie, o, mejor dicho, casi nadie, que vaya a celebrar mi regreso. Enumeraré a las personas a continuación, intentando poner en orden mis ideas.
Ya no sentía nada por Tyler, eso era un hecho. Creo que para mí el sólo fue un buen amigo, pero confundí mis sentimientos al final, le di esperanzas y terminamos en una extraña relación que me alejó más de mis hermanos de lo que supuse en un principio.
No tenía nada por lo que volver a casa, pero debía hacerlo, no podía simplemente seguir huyendo de los problemas.
Así que estaba claro, Sarah Porter volvería a casa, tan sólo esperaba no remover demasiado las tranquilas vidas de las personas que allí me esperaban.
Epílogo.Habían pasado cinco años, cinco duros años desde que había dejado todo atrás, y ya casi no dolía al pensar en el pasado, tan sólo había calma al pensar en que todo debía estar justo como debía.Mi aspecto había cambiado bastante, pues ya no me sentía la misma mujer que en el pasado. Tenía el cabello moreno y largo, y era mucho más fría que de costumbre.En aquel momento vivía en la ciudad de San Francisco, lejos de casa, de Nueva York, y de todo lo que pudiese acercarme a Green Place.Os parecerá irónico, pero después de dejar la empresa, y mi hogar atrás, lo único que quería hacer era trabajar en algo diferente. Estuve dando tumbos, trabajando en mil cosas distintas, hasta que di con lo que realmente me gustaba: trabajaba para una importante empresa que vendía ins
Un último Adiós.Hacía la maleta en mi habitación, era tarde, demasiado tarde, y aún ni siquiera había cenado, pero necesitaba dejarlo todo listo, porque tenía pensado marcharme de madrugada, antes de que los gallos cantasen, largarme sin mirar atrás, sin despedirme de absolutamente nadie, para evitar que pudiesen detenerme.Tenía el corazón con demasiados parches como para aguantar nada más.Cerré la maleta, con resignación y luego me senté sobre el escritorio, preparada para escribir algunas cartas de despedida, porque a pesar de que no quería hacerlo en persona, sentía que, de alguna forma, debía hacerlo por escrito.Escribí un total de 4 cartas, para luego dejarlas sobre la mesa, cada una con sus respectivos nombres, coger la maleta y echar una última ojeada a mi habitació
Huyendo de mi corazón.Mi hermana seguía abrazándome cuando mi padre llegó a casa, y puso el grito en el cielo al vernos fuera, con aquella nevada.¿se puede saber qué hacéis aquí fuera a estas horas? – preguntó él, haciendo que mi hermana se levantase, secase sus lágrimas y escondiese la prueba del delito a sus espaldas.Papá – la llamó mi hermana – tienes que convencer a mamá de que deje entrar a Sarah a casa – rogó, haciendo que él levantase una ceja, sorprendido por aquella petición de su hija mayor, pues ella nunca solía interceder por míSarah – me llamó mi padre, llegando hasta mí – ya basta, levántate, muchacha – me ordenó, y yo lo hice, pues nunca
Aceptar una culpa.Su camioneta se detuvo frente a mi casa y yo miré hacia él, dispuesta a despedirme, cuando sentí sus labios estamparse contra los míos. Cerré los ojos, dejándome llevar por aquel beso improvisado, que duró tan poco como un suspiro.Buenas noches, Sara – me dijo, volviendo a prestar atención al camino, algo abochornado y tímido. Era mucho más mono de lo que había pensado, lucía tan tímido y cohibido cuando estaba conmigo.Buenas noches, Caleb – me despedí, para luego salir del auto, observando como él se marchaba, mientras yo le despedía con la mano.Unos pasos a mis espaldas me hicieron darme cuenta de que, no estaba sola, pero no era Elena, sólo era mi madre.Al fin llegas – me espetó el
Una película en su granero.La fiesta llegó a su fin tan pronto como mi padre entregó el premio a la oveja más hermosa de todas. Aún no comprendía bien por qué aquella fiesta se llama “La Granola” si consistía en la presentación de las ovejas más bien cuidadas de cada aldeano, para conseguir un estúpido premio de belleza.Elena se marchó a casa junto a Tyler, sin que hubiésemos hablado mucho más. Y yo me ofrecí al padre Thomas para ayudarles a meter todas las mesas y bancas en el camión de la iglesia.Gracias por ayudarnos, Sarah – me agradeció su madre, mientras metíamos las mesas de madera en el camión de la iglesia, nosotras solas, sin la necesidad de ningún hombre – Caleb y tú… - comenzó, aunque se detuvo pronto, sin saber bien c
El concurso de la granola.Ambos estallamos a carcajadas, volviendo a interrumpir nuestro beso.Se levantó, cediéndome la mano para que lo hiciese también. Cogí su mano y lo hice, para luego caminar con él hacia las cercas dónde se encontraban los terneros que entraban en el concurso.Eché de menos un beso al final de nuestra cita de anoche – le dije, haciéndole sonreír, observándome entonces, divertido.No quería estropear nuestra cita con besos – añadió.¿Estropear? – pregunté, levantando una ceja con ello.No quería que nuestro beso evolucionase y terminásemos haciendo más – levanté una ceja al escuchar aquello – esta vez quería hacer las cosas
Último capítulo