—No creo que sea lo más conveniente —le dijo Aurora, de golpe había perdido todo el buen humor y se mostraba muy seria.
—Conveniente o no, creo que nos debemos una conversación —insistió Marco.
—Está bien, ¿de qué quieres hablar? —dijo a la vez que se levantaba y se dirigía hacia donde él se encontraba y se sentaba a su lado.
Marco no contaba con esto, había esperado poder hablar desde la seguridad que le daba la distancia.
Esa mujer lo volvía loco y no podía dejarse llevar y menos en la casa de su amigo.
—No hace falta que te acerques, yo puedo levantar la voz —masculló poniéndose nervioso como un niño y no como el hombre que estaba más que acostumbrado a tener mujeres cerca.
Aurora puso los ojos en blanco, se burló de su nerviosismo con una risita y se sentó a su lado.
—Si te desagrada mi cercanía mejor me hubieras dejado ir a dormir, ahora dime. O no, mejor te digo yo, me quieres decir que me comporté como una niña por lanzarme sobre Valeria. Desde ya te digo que me importa poco lo