Nos tomamos dos días para acomodarnos y habituarnos a la nueva casa y a compartir con esta familia de desconocidos nuestra vida.
Cristina era encantadora, de inmediato nos sentimos muy cómodas con ella, y los niños eran adorables, la mayor parte del tiempo.
Pero con George no teníamos relación.
Debía hablar con él y ponerlo al tanto de todo y proponerle un trato que estaba segura no rechazaría. Por descontado que nos quería fuera de su perfecta vida.
Esa noche luego de que los niños se fueran a la cama y mientras Kimmy estaba en la habitación, bajé a la cocina, ellos estaban sentados en el sofá, George veía un partido de futbol americano en la televisión y Cristina ojeaba una revista acompañada de una copa de vino.
—Siento molestarlos, pero quisiera hablar con ustedes —dije tomando valor.
—Claro Becca, sién