¿Nueva vida?

Al día siguiente realizamos una venta de garaje y lo que no pudimos vender lo donamos al ejército de salvación. La mayoría de las pertenencias de mi madre se las dimos a María y también mi vieja bicicleta a Theo.

—¿Te importa si conservo el auto de mi madre para mí? —le pregunté a George y él accedió.

Al otro día fuimos hasta el cementerio a despedirnos de mi madre. Todos sus compañeros de trabajo y amigos estaban allí. También mis amigas Jenny y Cristal, el director de la escuela, algunos compañeros nuestros y el señor P, también María y Theo, por supuesto.

Durante el responso en la capilla Kim se mantuvo tranquila. Yo hice mi mejor esfuerzo por mantener la cordura. Aún no podía llorarla. Sentía que si lo hacía jamás me detendría, y necesitaba ser fuerte por Kimmy.

Pero

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