Narrado por Kiara Hneidi:
Bajo las escaleras lentamente, mis dedos están entrelazados frente a mí, como si así pudieran sujetar mis nervios. El vestido vino que elegí se adhiere a mis piernas en cada paso. El perfume que usé, el que mi madre siempre dice que es demasiado intenso, parece flotar conmigo como un escudo. En mi cabeza repito: no tiembles, no tiembles, no tiembles. Pero es la reacción que mi cuerpo ha empezado a tener.
La música árabe me llega suave. El salón está encendido con luces cálidas, aromas de especias flotan en el aire, y hay risas en cada rincón. Pero todo eso se apaga cuando mis ojos se posan en él. No puedo evitarlo. Me reprendo mentalmente por tener esta reacción, pero me siento fuera de sí.
Mi padre está hablando con un hombre que definitivamente no es lo que esperaba y no dejo de repetirlo en mi mente. No es un empresario viejo y grotesco. No tiene la mirada húmeda de deseo desenfrenado ni esa forma de reírse de lo que no le importa. Este hombre está de