Narrado por Fátima Hneidi:
No pensé que él fuera a venir justo ahora. Pronunciar un simple "Hola", parece que le hubiera costado.
Zayd está sentado frente a mí, con las manos entrelazadas sobre sus rodillas, la espalda recta, los ojos clavados en los míos. No hay sonrisa. No hay palabras. Solo esa mirada que me desarma, que me hace sentir como si todo lo que he intentado esconder estuviera expuesto, como si él pudiera leerme sin que yo diga nada. ¿Cómo es que un hombre, mortal, es capaz de hacer ver algo tan extraordinario como leer desde adentro a un alma perdida?
No sé cómo comportarme. No sé si debo disculparme, si debo abrazarlo, si debo fingir que estoy bien. Me siento como una niña que ha hecho algo mal y espera el regaño, pero también como una mujer que ha vivido demasiado en silencio y ya no sabe cómo romperlo sin que todo se derrumbe.
—No entendía por qué no estabas viviendo con mi madre, Fatima. En este momento, estoy demasiado confundido, y sé que la situación es delicad